Hemos agrupado algunos conocimientos elementales para que logres el éxito en la pérdida de peso.
Tenlos siempre a mano.
1.- Con una pequeña cantidad de grasa es suficiente.
Los ácidos grasos esenciales son necesarios, pero eso no significa que debas comer mucha grasa. El pescado azul, los huevos o la leche, te los proporcionan a través de los omega-3, muy sanos.
2.- El agua, indispensable
En las comidas o fuera de ellas, hay que tomar agua para evitar el estreñimiento y la formación de cálculos en el riñón. Si bebes agua en la comida, asegúrate de haber masticado bien los alimentos antes. Aunque por sí misma el agua no adelgaza, tampoco engorda; en realidad, el agua tiene 0 calorías. La más barata y la mejor es el agua del grifo, aunque hay algunas partes de España en las que su sabor es desagradable. En ese caso, puedes consumir agua envasada, pero que tenga una mineralización baja; de lo contrario, podría perjudicar al riñón. Si prefieres el agua con gas, no abuses de ella: provoca gases e hincha el estómago.
3.- Los complejos vitamínicos no sustituyen a las vitaminas
Es cierto. Has de proporcionar a tu organismo las vitaminas que necesita a través de una alimentación lo más variada posible. De hecho, recientes estudios apuntan la posibilidad de que los complejos vitamínicos sean ineficaces, pues, sin que se sepa muy bien la causa, el organismo no los asimila como debiera.
4.- Las cartucheras se pueden eliminar
La única forma fiable y efectiva para perder centímetros consiste en quemar la grasa acumulada. ¿Cómo? Pues con ejercicios específicos para la zona, dietas equilibradas y modificando el estilo de vida: bebe mucho líquido, toma fibra (nunca laxantes) y muévete todo el día.
Cuando ingerimos fibra, el organismo no la utiliza. Es decir, pasa por el intestino, limpiándolo, pero nuestro cuerpo no extrae de ella ninguna caloría. Además, es saciante: un bol de cereales ricos en fibra te quita el hambre y no te engorda. Numerosas frutas y verduras (alimentos que contienen fibra) son también poco calóricas, por lo que apenas engordan. La fibra por sí misma no nos hace adelgazar, pero sí frena la absorción de los azúcares y las grasas, lo que no es poco.
6.- Nada de dietas rápidas
Haz este cálculo: para eliminar un kilo de grasa tienes que eliminar 9.000 calorías, lo que significa que debes gastar 45.000 calorías si quieres deshacerte de cinco kilos en una semana. Si lo divides entre los días de la semana, resulta que deberás quemar ¡6.429 calorías diarias! Incluso suponiendo que no comas nada esa semana, aún tendrás que gastar unas 3.500 calorías por día. Las dietas rápidas queman glucógeno, una especie de grasa que está disuelta en el agua del cuerpo, en los músculos y el hígado. Tenemos unos 3,5 kilos de glucógeno. Así que eliminas glúcidos, y no lípidos, que son los que tienes acumulados. Eso sí, una vez liquidados los glúcidos, tu cuerpo tirará de lípidos. Así es que ten paciencia.
7.- ¿Azúcar para endulzar? No la necesitas
En realidad una cucharadita de azúcar añade muy pocas calorías, pero en tu caso ese no es el problema. Para el café y las infusiones usa edulcorantes artificiales. Eso sí, nunca abuses de ellos, porque hay algunos, como el sorbitol, que, en grandes cantidades, tienen efectos laxantes.
8.- El alcohol tiene calorías
Cualquier tipo de bebida que contenga alcohol te hará engordar, si bien no todas tienen las mismas calorías. Un gramo de alcohol contiene siete calorías y ningún nutriente. El cuerpo metaboliza las cantidades pequeñas de alcohol, pero si se sobrepasa ese límite, se acumula en el organismo en forma de grasa.
9.- La fruta puede ayudartea adelgazar
Es cierto, pero en tu caso no puedes consumir fruta alegremente, pues casi toda ella es rica en azúcares y algunas tienen un índice glucémico muy elevado, lo que resulta perjudicial para mantener estables tus niveles de glucosa. Si necesitas perder peso, la fruta puede ayudarte, pero tómala siempre en las cantidades y las variedades que te aconseje tu endocrino, para no poner en riesgo el control de tu diabetes.
10.- Si comes más de lo que quemas, engordarás
Nuestro organismo está preparado para guardar “alimentos” en previsión de una época de escasez. Es una herencia de las cavernas, cuando no siempre había comida cada vez que era necesario. La hembra almacenaba grasa en caderas y muslos para poder criar a sus hijos. Así, aunque ahora ya no haga falta, nuestro cuerpo guarda aún esa memoria genética, y todo lo que no quema, lo reserva “por si acaso”. ¿El truco?: llevar una dieta en la que ingieras las calorías que necesitas según tu actividad, ni una más, ni una menos.