Dice Paulo Coelho “deja de pensar en la
vida y resuélvete a vivirla”. Tenemos una vida y debemos aprovecharla, no
importa cuánto vivimos sino como vivimos. Ante esta conclusión tan simple
podemos plantearnos que cosas seríamos capaces de decirnos a nosotros mismos,
sin tapujos, sin engañarnos con disculpas de mal perdedor o de “trepa” de la
vida. Empecemos:
1. Mis problemas no rigen mi vida, son mis sueños , mis aspiraciones y
mis metas las que dirigen mi vida. ¿ Llevo la vida que quiero para mí? ¿Tomo
decisiones y actúo en consecuencia, o por el contrario me guío por lo cómodo y
me dejo llevar por la rutina? ¿ Me planteo metas diarias o solamente hago
propósitos cuándo finaliza el año? ¿ Lucho por ese estilo de vida
personal que quiero, o lo tengo aparcado para “cuando tenga tiempo?
2. Somos críticos con las actuaciones ajenas y también con las
propias, pero ¿realmente nos observamos a nosotros mismos con
objetividad? ¿Valoramos lo positivo que tenemos? ¿Qué
hacemos realmente para sentirnos satisfechos de nosotros mismos? Reconozcamos
nuestros errores, sí, es imprescindible y necesario para progresar, pero
valoremos también nuestras cualidades, eso no quita que intentemos
perfeccionarlas y fomentarlas. Si no tienes confianza en ti mismo, te falla una
buena base para tu desarrollo personal, podrás hacer las cosas maravillosamente
bien, pero si tu mismo no lo reconoces , te estarás haciendo daño sin
sospecharlo. Eso no supone ser un prepotente, o que seas una persona
perfecta, porque no lo eres y nunca lo serás ( “lo perfecto no existe”),
simplemente podrás perfeccionar tus cualidades y limar tus defectos, que no es
poca cosa.
3. ¿Ayudas y colaboras con la gente que quieres o pasas de participar
en esas cosas? La satisfacción que da compartir con los demás es de
gran transcendencia, ya no por los demás, que también, sino por la paz y
sosiego que proporcionan a la persona que presta su apoyo. Por supuesto
no me refiero a lo material, sino el tender una mano, dar un abrazo, escuchar
incluso sus silencios, es algo que infunde ánimos a los que están atravesando
un mal momento.4. ¿Me siento feliz y agradecido con lo que tengo,
con lo que hago, con los que me rodean? Reconocer las ayudas que nos dan nos
proporcionará satisfacción. Quizás no recibimos loa que deseábamos pero nos han
dado lo que han podido, lo que ellos han creído que era beneficioso para
nosotros, el prójimo tiene limitaciones como nosotros mismos las tenemos, luego
es beneficioso para nosotros valorar ese apoyo, pues si lo hacemos nos damos
cuenta que no estamos solos ante la lucha, que hay personas que están ahí para
apoyarnos, que tenemos un hombro amigo en que sostenernos cuando las fuerzas
nos flaqueen.
5. Intentemos ser la “mejor versión” de nosotros mismos.
Luchemos por mejorar. No intentes ser “otra persona”, esfuérzate por ser
mejor tú como persona.
6. Observa a que dedicas tu tiempo ¿solo al
trabajo? ¿ solo a medrar económicamente? ¿le dedicas tiempo a las personas de
tu entorno? ¿le dedicas espacio y tiempo a realizar actividades que te gustan,
o solamente las disfrutas en vacaciones?
7. Sincérate contigo mismo. Reflexiona sobre lo que quieres hacer
de tu vida, qué buscas, y lucha por ello.
8. Dedica más tiempo a las personas que aprecias, quizás mañana ya no
las tengas a tu lado y entonces te arrepentirás de no hablar más con ellos, de
no haberles abrazado o dicho lo importante que eran para ti. Mostrar los
sentimientos no es malo, ni ser blandengue, ni es mostrar signos de debilidad,
todo lo contrario es mostrar fortaleza y demostrar que sabemos lo que queremos.
9. Querer, amar, compartir sin cortapisas a los demás no es
creerlos perfectos, sino que es admitir que aún a pesar de sus defectos
tú estás ahí, porque sus cualidades son superiores a sus cosas negativas.
10. Perdonar a los que nos han defraudado, no porque tengas que seguir
compartiendo tus “cosas” con ellos, sino que una vez superado ese “fracaso de
confianza” no guardas rencor hacia ellos, simplemente no tenéis un mismo
“concepto” de la vida .
11. ¿Soy realmente responsable de mis actos? ¿ cuándo actúo soy
consecuente con los resultados? ¿le echo la culpa al mundo de mis males? ¿
mis fracasos se los atribuyo a los demás? Si no queremos que nuestra
vida la dirijan los demás debemos tomar las riendas de ella, aunque ello
implique asumir nuestros aciertos y nuestros fracasos, en definitiva
responsabilizarnos.
12. ¿Me arrepiento cuándo las cosas me salen mal? ¿tolero
mis errores? No logro lo que quería y entonces pienso que no debía de
intentarlo. Lo primordial de esto no son los fracasos, que todos tendremos
millones a lo largo de nuestra vida, lo negativo sería por tener miedo
al fracaso no intentarlo, eso sí sería nuestro fracaso.