
Los chicos malos de Boston, quienes hace un año alocaron a su devota hinchada en la explanada el estadio Monumental, regresaron ayer para llevar al éxtasis a un público reincidente (no muy extenso, pero muy caluroso) al que le es imposible hartarse de ellos.
Steven Tyler y compañía aparecieron alrededor de las nueve y media en un estadio de San Marcos que por un segundo había contenido la respiración. “Draw the line” cantaron para empezar con fuerza. El público ya era suyo.
Luego los músicos que por más de 4 décadas vienen alocando a los rockeros duros, a los sentimentales y a los emocionales, tocaron “Same old song”, tema seguido por “Mama Kin”.
El primer sacudón de placer de la noche llegó con “Dude (looks like a lady)”, divertida canción que hizo bailar y saltar a la febril hinchada. “Living on the edge”, “Amazing” y “Crying” vinieron para ratificar que Aerosmith es parte del Olimpo musical del rock and roll. Sin embargo, lo mejor llegaría al final.
Para cerrar una noche loca y electrizante, aunque también corta (duró aproximadamente una hora y media) y prácticamente desprovista de baladas y en la que faltó (otra vez) la consabida, pero esperadísima “I don’t want to miss a thing”, además de las geniales “Love in the elevator”, “Hole in my soul”, “Crazy” y “Jaded”, entre otras, estos chicos malos le dieron una estocada musical a la fanaticada, un cóctel pequeño, pero eficaz compuesto por “Sweet emotion” y “Walk this way”.
Así finalizó un esperado espectáculo en el que el grupo liderado por Steven Tyler sació a los fanáticos, pero también los dejó, como la primera vez, con ganas de más. Luego de este concierto, la famosa agrupación hará algo de turismo en Perú antes de su concierto en Paraguay.
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