RATIOS DE ESTRUCTURA
Tras analizar la situación de liquidez y el desarrollo de la actividad de la empresa, lo siguiente es estudiar la forma en que se estructura la financiación de la empresa, es decir, calcular los ratios de estructura, atendiendo a la estructura de pasivo de la empresa, que es donde se reflejan las fuentes de financiación.
Endeudamiento
El principal ratio de estructura es el ratio de endeudamiento. Este índice proporciona una idea de la composición relativa del pasivo entre recursos ajenos y recursos propios. Indica, expresado en tanto por uno o número de veces, la proporción de los fondos aportados por los accionistas o generados por la propia empresa (reservas) en relación a los fondos aportados por terceros.
También puede calcularse midiendo la proporción que los recursos ajenos suponen sobre el total del pasivo, en este caso se expresa como porcentaje.
El valor del ratio de endeudamiento es muy variable dependiendo no solo del sector de actividad de la empresa, sino de su dimensión, estructura y circunstancias. No serán comparables los valores de este ratio entre empresas industriales, comerciales o de servicios, así como entre empresas grandes y pequeñas. Pero incluso para una misma empresa, el resultado de su cálculo variará en función del momento de la vida de la empresa en que ésta se encuentre, no siendo comparables el nacimiento de la misma o inicio de actividades con los momentos de consolidación o los de crecimiento sostenido.
En términos generales, puede decirse que cuanto mayor sea el valor del ratio de endeudamiento más riesgo está asumiendo la empresa, mientras que valores bajos de endeudamiento indican situaciones más conservadoras. Sin embargo, y en general, las situaciones más arriesgadas suelen comportar mayores posibilidades de beneficio que las más conservadoras, así pues, ¿cuál es la proporción adecuada para este ratio? La respuesta está siempre en función del resto de aspectos del negocio.
Exigibilidad
Como reverso del ratio de disponibilidad, calculado como parte de los ratios de liquidez, el ratio de exigibilidad expresa la proporción de crédito para reunificación de deudas que hay que atender de forma inmediata.
Este índice trata de profundizar en la composición del endeudamiento de la empresa haciendo hincapié en la proporción de pasivo corriente o recursos ajenos a devolver a corto plazo (menos de un año) del total de los recursos ajenos.
Por las características de la composición de los recursos ajenos:
· Proveedores y acreedores
· Financiación a corto plazo
· Financiación a medio y largo plazo
la mayoría de los recursos ajenos son a corto plazo y se renuevan automáticamente (los proveedores como consecuencia del ciclo de actividad y la financiación a corto plazo como parte de la forma de operar de la empresa) como consecuencia de la evolución del negocio, mientras que las financiaciones a medio y largo plazo se van devolviendo y tienden a desaparecer. Por todo ello, el valor de este ratio, que se expresa en porcentaje, suele tener un valor muy elevado (del 70% al 80% y superiores) pudiendo variar a lo largo de la vida de la empresa.
Lo que sería un resultado extraño, y al que se debería encontrar una explicación razonable, es un valor bajo para este ratio, puesto que representaría una estructura de financiación muy distinta de lo habitual.
RATIOS DE RENTABILIDAD
Tras estudiar la liquidez, actividad y estructura de la empresa, solo queda indagar en el resultado de todo ello, es decir, cual es el rendimiento o rentabilidad obtenido de todo el esfuerzo realizado por la empresa. Los ratios que estudian este esfuerzo son los denominados ratios de rentabilidad.
Rentabilidad económica
La rentabilidad económica, también denominada rentabilidad de los activos, expresa, en porcentaje, el resultado del negocio realizado por la empresa, independientemente de la forma en que este se haya financiado. Es uno de los ratios más utilizados en la gestión empresarial. Se mide por la siguiente relación:
La rentabilidad económica mide el rendimiento de los activos totales netos (de la inversión neta de la empresa) al margen de la estructura financiera, para lo cual se pone en relación el beneficio obtenido como consecuencia del desarrollo del negocio (beneficio antes de intereses e impuestos) con la estructura utilizada para su consecución (el activo total utilizado por la empresa). Es, por tanto, un componente económico puro.
No hace falta decir que cuanto mayor sea el resultado mejor será la situación de la empresa. En este tipo de situaciones, la pregunta a responder es: ¿existe un valor mínimo, por debajo del cual no es aceptable la rentabilidad obtenida? En efecto, puesto que el cálculo se está realizando antes de intereses e impuestos, como poco tendrá que ser suficiente para satisfacer el pago de intereses (los impuestos son independientes de la gestión de la empresa). Por tanto, como mínimo, la rentabilidad económica debe ser superior al coste del dinero, puesto que el siguiente escalón del beneficio son los gastos financieros que hay que satisfacer.
Puesto que la rentabilidad económica se considera uno de los ratios fundamentales, ya que incorpora una síntesis de la situación de la empresa, es habitual descomponerlo en dos componentes básicos, simplemente multiplicando y dividiendo por la cifra de ventas netas, con lo que se obtiene la ecuación fundamental de la rentabilidad:
Margen
El margen comercial o rentabilidad de las ventas expresa el beneficio obtenido por cada unidad monetaria vendida (se expresa en porcentaje).
El concepto de margen en un mercado competitivo está influido por el control de costes. En efecto, un mercado con funcionamiento competitivo, en el que los precios vienen dados, solo una vigilancia estricta de los costes (una vez definidos los valores que identifican las ventajas competitivas y cumplidos los requisitos estratégicos en cuanto a dimensión y tecnología) permitirá mantener el margen adecuado.
Rotación
La rotación se define por la relación entre las ventas y los activos totales. Expresa (en tanto por uno o número de veces) el número de unidades monetarias vendidas por cada unidad monetaria invertida y mide, por tanto, la eficiencia relativa con que una empresa utiliza sus recursos para generar ingresos.
Los niveles de rotación parecen muy condicionados por el sector de actividad de la empresa, siendo bajos para los sectores básicos (electricidad, siderurgia, s aéreo, obras públicas, etc.), ya que exigen elevados niveles de inversión, mientras que los sectores de servicios o comerciales (consultoría, distribución, servicios personales, etc.) requieren niveles de inversión bajos que inducen rotaciones altas. Sin embargo, dentro de los condicionantes sectoriales es la tecnología utilizada la variable determinante del nivel de rotación: tecnologías de alta inversión producen rotaciones bajas, mientras que tecnología de baja inversión, corriente y no corriente, producen rotaciones altas.
Un incremento de la rotación de la empresa puede obtenerse mediante un incremento de las ventas o a través de a una reducción del activo. De aquí la importancia de reducir las inversiones en activo corriente (existencias, clientes y cuentas financieras) para, sin disminuir las ventas y manteniendo los márgenes, provocar un aumento de la rotación del activo, que se traduce inmediatamente en una mejora de la rentabilidad económica. De otra forma, si permaneciendo constante la inversión en bienes del activo se consigue obtener un mayor rendimiento de los mismos aumentando la producción y, en consecuencia, de las ventas, es claro que el valor del ratio también aumentará, haciéndolo en consecuencia su índice de rentabilidad.
El análisis de la rentabilidad económica en términos de margen/rotación es también interesante desde el punto de vista estratégico.
Las empresas orientadas al margen tendrán productos o servicios diferenciados de la competencia, altos niveles de calidad, buena imagen de marca, mejor diseño y servicio postventa, etc.; por el contrario, las empresas orientadas hacia la rotación estarán dominadas por el control de costes, con el fin de reducir las inversiones y economizar gastos, y por la agresividad en la comercialización, de modo que mediante ventas masivas, ganando poco en cada unidad, puedan obtener altas rentabilidades. Lo que se puede afirmar, sin temor a equivocarse, es que la rentabilidad económica de la empresa puede estar orientada hacia el margen o hacia la rotación, pero difícilmente hacia ambos, ya que la estructura y forma de gestión en cada caso suelen ser contrapuestas.
La tendencia actual en las empresas es el aumento de la rotación, especialmente a través de la reducción de las inversiones, y de aquí la creciente popularidad de instrumentos y técnicas sofisticadas para la reducción de stocks (fabricación bajo pedido, fabricación “just in time”), de las cuentas de clientes (factoring) y de la tesorería (tesorería saldo cero), como ya se ha comentado al hablar del test ácido y del período de almacenamiento.
La rentabilidad económica es, además de un instrumento práctico de diagnóstico, un punto de enlace con la concepción estratégica de la compañía, como se aprecia en la figura 3, donde su descomposición mediante la pirámide de ratios, pone de manifiesto su carácter integrador de las distintas políticas de gestión de las distintas áreas de la empresa.