EL GRUPO: ¿ALIADO O ENEMIGO?
Ya hemos señalada la importancia de conocer
quien va a ser nuestro auditorio, el tener conocimiento de la homogeneidad del
mismo, de sus expectativas, ….
También hemos comentado que deben encontrar
el material pertinente, relacionado con su realidad y no simples teorías,
conceptos, información que perciben como lejana o ajena. Sin embargo la
información por si sola no convence a nadie. Sabemos que es tan importante el
“que decimos” como el “cómo lo decimos”, incluso en muchas ocasiones este
segundo aspecto tiene más peso que el primero.
Debemos “cuidar al máximo” la relación
dentro del grupo. Ser profesionales en cuanto a:
Situaciones delicadas que se puedan
producir durante nuestra comunicación.
Responder a cuestiones puntuales requeridas
por el grupo.
Utilizar la empatía, cercanía y habilidades
interpersonales
Utilizar una comunicación comprensible y
adaptada a nuestros oyentes
Dirigir el mensaje a “los oyentes”
Controlar intervenciones y el tiempo.
Fomentar la participación.
ALGUNAS
SITUACIONES CRÍTICAS:
Los detractores: aquellos que se empeñan en interrumpir, objetar
cualquier cosa que digamos, burlarse…
Destruyen la buena marcha de la
presentación, la fluidez y provocan un clima
negativo.
Suelen hacerse notar tanto en comunicación
verbal como no verbal y no acuden para escuchar sino para “ser escuchados”
Suelen aparecer con mayor frecuencia en
pequeños grupos
Los motivos
pueden ser variados, los más comunes:
Ante ideas, conceptos o elementos nuevos se
presenta resistencia al cambio.
Oponerse
a las ideas o informaciones que se presentan. Algunos
pensamientos son del tipo; “si hago alguna pregunta que no puede responder se
podrá evidenciar que la información no es buena. O, si encuentro objeciones que
no me puedan rebatir podré demostrar que el programa no es bueno.
Existe
resentimiento hacia el papel que presentamos. Si somos
externos, o presentamos un papel de liderazgo frente al grupo, sienten que ejercemos
autoridad ante ellos aunque esta no sea nuestro propósito. Sabemos que las
percepciones son más poderosas que lo hechos.
Necesidad
de reconocimiento y atención. El comportamiento se
repite por que le ha dado resultado anteriormente.
¿Cómo responder?
No
perdamos nuestra cortesía, educación y saber estar. Si lo
hacemos no solo perdemos nuestra profesionalidad, también perderemos el grupo.
Ejerzamos el autocontrol.
Seamos asertivos en nuestra comunicación.
LAS TAREAS PERMANENTES:
1.-
Fomentar la participación
Pide al grupo que defina sus necesidades. Haz que un representante
del grupo las anote en la pizarra.
Pide al grupo que haga algo con la información de que dispones; por ejemplo: que
señale de esta lista dos elementos que considere claves.
Cuenta una historia, solicitando a los demás que se impliquen en ella y que la
continúen.
Anima al grupo a que comparta el liderazgo en una discusión. Pide un voluntario para
ello.
Llama a alguien por su nombre e invita a dicha persona a que haga algún comentario sobre
el tema que se trata. Planifícalo de antemano. Pide a alguien que no haya
intervenido todavía que dé su opinión.
Pide a alguien que resuma la reunión hasta ese momento.
Invita a los participantes a que den opciones en lugar de afirmaciones
tajantes y consejos.
Como hemos visto en el Curso de Presentaciones Profesionales pide a los miembros de los subgrupos
formados que se pongan de pie una
vez completada la tarea. Ello les permite moverse y anima a acabar rápidamente.
Reconoce
las emociones y el lenguaje corporal. Si Juan mueve la
cabeza, di: Juan, parece que no estás de acuerdo. ¿Te importaría compartir lo
que piensas con nosotros?
Da tiempo de reflexión. Haz una pausa con música orquestal suave mientras los
participantes registran sus ideas. La música disuade de hablar y estimula el
pensamiento.
2.-
Trabajar y sortear las situaciones difíciles del grupo
Si el grupo es desordenado, demasiado
animado y hablan al mismo tiempo:
Vuelve
a centrar la discusión. Destaca una idea común. Restablece la calma.
Haz una pregunta difícil al participante
más desbocado.
Solicita al grupo que deje expresarse al
más tímido.
No intervenir. Quedarse inmóvil y en
silencio.
Hacer esta pregunta: ¿Han hecho progresar
la discusión los x… minutos que acaban de transcurrir?
El
grupo bromea y cada palabra provoca reacciones humorísticas:
Ayuda
al grupo a relajarse. Ponlo nuevamente a trabajar.
Una anécdota sobre el mismo tema que hace
bromear al grupo permite “sintonizar con él para luego proponer nuevamente
volver al trabajo.
El
grupo es lento y pasivo:
Motiva
fuertemente al grupo. Halla su centro de interés.
Haz preguntas sencillas.
Ponte al alcance de los participantes que
carezcan de experiencia.
Llena los silencios hablando más que de
costumbre.
Apóyate en los participantes que más
reaccionan.
El
grupo es mudo:
Haz
hablar a uno de los participantes. Averigua lo que impide expresarse al grupo.
Rompe “el muro” del silencio.
Hacer preguntas directas abiertas.
Hacer constar un hecho preguntando si éste
ha sido comprobado por otros.
Hacer una pregunta colectiva abierta,
sencilla y no ofensiva para nadie.
Mantenerse en silencio. (En general el
silencio se vuelve intolerable para el grupo en menos de 2 minutos).
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