Al menos 49 muertos, entre ellos un menor, y 600 heridos tras el descarrilamiento de un tren en una de las tres estaciones ferroviarias más concurridas de Buenos Aires, según ha informado la Policía Federal.
El Director de Defensa Civil Miguel Ruso aseguró que quedaron atrapados en el primero y segundo vagón unas 30 personas y que se desplazó al lugar personal de Defensa Civil de la Ciudad, la Metropolitana y la Policía Federal. «Hay menores, algunos muy delicados, y mayores entre los heridos y la confusión es mucha», dijo Ruso, que ha calificado de «angustiante» la tarea de los bomberos para rescatar a los pasajeros, pues hay «cuerpos apilados».
Unas 15 ambulancias y varias unidades de bomberos trabajaron en el lugar y tuvieron que utilizar serruchos para liberar a los viajeros, atrapados entre el amasijo de hierros. El maquinista fue rescatado de la locomotora tras media hora de trabajo.
«Fue un accidente de magnitud», aseguró el titular del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME), Alberto Crescenti. El accidente ocurrió cuando el convoy ferroviario no pudo frenar al llegar a la estación Once e impactó contra el sistema de amortiguación del andén. Se trata de un tren compuesto por ocho vagones que transportaba entre 800 y 1.000 pasajeros.
Al lugar acudió el secretario argentino de Transporte, Juan Pablo Schiavi, y el ministro de Seguridad de la ciudad de Buenos Aires, Guillermo Montenegro. Consideraron «muy grave» el suceso -de hecho es el segundo más grave de la historia ferroviaria de Argentina, desde 1970- y dijo que los 33 hospitales de la ciudad están en estado de alerta para recibir a los heridos, entre los cuales «hay algunos graves», comentó.
Según Schiavi, la formación ingresaba en la estación a «26 kilómetros por hora y al parecer tuvo algún fallo en su sistema de frenos. Está todo filmado, lo que facilitará la investigación», añadió. Asimismo, esperan escuchar el testimonio del maquinista para esclarecer los hechos.
La angustia de los testigos
Eran las 8.30 cuando Lautaro, dueño de una tienda en el barrio de Once escuchó un fuerte estampido proveniente de la estación de trenes. El comerciante se asomó a la calle y vio una espesa columna de humo elevarse de los andenes. «Fui corriendo hasta el lugar y en el acto me arrepentí de haberlo hecho. Los vagones del tren eran un amasijo de hierros retorcidos y la gente atrapada sacaba las manos pidiendo ayuda. Nunca vi nada igual», relató el comerciante. Lautaro fue uno de los primeros en socorrer a las víctimas. Al cabo de un rato sufrió un desmayo a causa del schock y fue trasladado al hospital.
El tren de la línea Sarmiento había salido 45 minutos antes desde la localidad de Morón y cuando se aproximaba a su destino no pudo frenar. «Aún queda gente dentro del convoy y no sabemos en qué estado se encuentra. Habrá que esperar hasta que terminen las tareas de rescate, para conocer las dimensiones de esta tragedia», dijo Eliecer Núñez, enfermero del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME) a ELMUNDO.es, tres horas después de producirse el accidente. A los pocos minutos, Núñez sufrió un corte en el brazo, al manipular una sierra mecánica, debiendo ser trasladado al hospital Ramos Mejía.
El establecimiento presentaba el aspecto de un hospital de campaña; la atención al público fue suspendida y todo el personal se trasladó al pabellón de emergencia. En los pasillos se escuchaba el lamento de los heridos y los gritos desesperados de quienes buscaban a sus familiares o amigos. «Estuve en el Algerich (otro hospital) y ninguna noticia… Ahora estoy esperando a que el médico jefe traiga la lista de quienes fueron ingresados aquí. Mi hijo Manuel tiene 22 años y su esposa espera un hijo», sollozó Malena, una mujer que viajó en taxi desde Morón, al escuchar la noticia.
En la estación, Claudio Bonadio, el juez a cargo de la investigación del siniestro le tomaba declaración a los supervivientes del choque. «En la estación de Haedo (la última parada antes de Once) el tren se pasó del andén y tuvo que retroceder para recoger a los pasajeros. Cuando arrancó sentimos un fuerte olor a quemado y los que viajábamos de pie vimos que saltaban chispas. Era evidente que el conductor no lograba detener el convoy. Luego se escucho un ruido infernal y salí despedido por la portezuela», relató uno de los testigos.
Un inspector de la línea Sarmiento, que viajaba en uno de los últimos vagones, dijo al juez que el tren había estado en reparaciones, «por un problema con los muelles del freno». El operario no descartó que el tren hubiese salido de Morón, sin que se reparase el desperfecto.
El hall de la estación se transformó en una improvisada sala de emergencia, y los primeros viajeros en ser rescatados por los bomberos, fueron atendidos sobre los bancos o en el suelo. Un niño de corta edad deambulaba por el lobby, buscando a su madre. «El tren iba demasiado rápido. Todos los días hago el mismo recorrido y lo noté de inmediato. El choque fue como en cámara lenta; al producirse el impacto los pasajeros volaban y caían unos encima de otros», contó un vendedor ambulante, mientras un enfermero le vendaba el brazo.
Este accidente ferroviario es el séptimo de magnitud durante el último año con trenes de cercanías en Buenos Aires. Ya murieron 23 personas y alrededor de 300 resultaron heridas, en los siniestros producidos durante los últimos 12 meses.
FUENTE: EL MUNDO.ES