¿Por qué nos encontramos perdidos? , ¿Por qué vivimos en una
sociedad de profundos insatisfechos? En los dos próximos vamos a tratar de
aportar algo de luz al respecto dado que la sensación de pérdida y hastío atañe
muy profundamente a la sociedad actual. Pero os adelantamos que en este campo,
como en muchos otros, no hay pócimas mágicas que no requieran esfuerzo. Dicho
esto, es bueno recordar las palabras de Julio Cortázar cuando decía eso
de: “Nada está perdido si
se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de
nuevo”
Así pues, en una sociedad en la que se impone la dictadura
del segundo, de la fachada y del qué dirán, una de las sensaciones más
frecuentes que encontramos en el hombre actual es la de sentirse perdido, sin
rumbo y sin sentido en una marea de cierto hastío existencial. Y es que quizás
con tanto trajinar al que acompaña una permanente sensación de escasez de
tiempo, nos hemos dejado robar de la agenda las cosas verdaderamente importantes.
Así pues os proponemos hacer un alto en el camino para utilizar
uno de de los medios más reveladores en lo que a conocimiento y desarrollo se
refiere. Hablamos de la pregunta. Ésta es una herramienta especialmente
práctica para salir de la sensación de pérdida y ostracismo. La capacidad de
formularse preguntas de forma adecuada es una capacidad que guía y que
transforma. Como alguien dijo alguna vez; “una
pregunta bien formulada lleva su respuesta en la espalda, así como un caracol
lleva su caparazón”. Y una de las preguntas cardinales que debemos
de hacernos como seres humanos es la de cuál es nuestra misión en la vida, para qué
queremos vivir o como nos preguntaría el psiquiatra Viktor Frankl ¿Por qué
no se suicida usted? Dedica todo el tiempo del mundo a averiguar la repuesta,
no es fácil, no se trata de tiempo. Ho hay prisa. Aquí lo que prima es
descubrir el verdadero motivo. Puede que te lleve mucho tiempo, pero si
persistes, encontrarás la repuesta y el simple hecho de afanarte en su búsqueda
dotará de cierto sentido tu vida. Por cierto, fíjate que la pregunta clave no
es tanto ¿cuál es el sentido de la vida? como, ¿qué sentido quiero darle a mi vida?
El darle sentido supone responsabilidad y es que, como ya
comentamos en más de una ocasión en Devivencias,
cada uno de nosotros somos los máximos responsables de nuestras vidas. Aunque
claro, en una sociedad infantilizada son muy pocos los que están dispuestos a
asumir la responsabilidad de lo que sucede. Quizás el problema es que nos
sentimos pequeños y no somos conscientes del poder que poseemos. Recuerda
que cada decisión que
no tomas, alguien la estará tomando por ti. ¿Por qué la
tendencia del ser humano a abdicar de su propia responsabilidad y
colectivizarla?
Y en este huir de la responsabilidad, de pararse, de asumir
riesgos aparece la masa que nos protege aparentemente de la necesidad de tomar
decisiones. Decía Ortega y Gasset: “Ser
diferente es ser indecente. La masa arrolla todo lo diferente, egregio,
individual, calificado y selecto.” Y es que hay una dualidad en el
ser humano. Al ser interior, situado debajo del flujo exterior, se le presta
poca atención. Y cuando la vida interior no armoniza con la exterior, ese ser
interior se siente herido y su dolor se manifiesta en el exterior. Por lo tanto, debemos seguir una ruta personal, que
por supuesto, no está exenta de peligros y trampas, pero que es la única que
nos puede conducir a nueva tierra. Sólo se pierden los que caminan y buscan.
Sólo aquellos que se
refugien en su individualidad y apuesten con convicción, coraje
y voluntad a estudiarse y conocerse podrán determinar su sentido, su rumbo a
seguir y así no sentirse perdidos. Hemos de vivir de dentro hacia afuera, a la
comunidad hemos de llegar después de haber trabajado un yo.
Ocurre con frecuencia uno se comporta siguiendo el camino marcado,
hace las cosas siguiendo una norma establecida, o siguiendo algún patrón
aprendido o heredado. Y claro el problema de este pensamiento y patrón grupal
es que entorpece el juicio individual. Debemos por tanto dejar de vivir para el aplauso,
para el reconocimiento de los de más y focalizarnos más en el yo, un yo que hay
que reconocer y conocer, pero un Yo lo suficientemente inteligente como para no
poner en manos terceras tu éxito, a los sumo la fama.
En el próximo artículo seguiremos comentando los motivos, en
implícitamente la soluciones, de esta sensación tan habitual en la vida de
encontrarse perdido.