La pared exterior de
esta casa de campo estaba atacada por la humedad y el moho, y por el interior
habían salido manchas en la pintura. ¿La solución? Un zócalo de piedra y…
¡Adiós, humedades!
RESULTADO
MAGNÍFICO
Así de bien ha quedado el zócalo una vez terminado. Después, aprovechamos
par hacer una jardinera delante de la casa con piedras grandes y tierra y
plantamos pequeñas macetas, que no estorban el paso pero limitan las distintas
zonas.
Trazar la
línea guía.
La humedad llega a provocar pequeñas grietas en las esquinas del
mortero. La altura del zócalo se delimitó tirando una línea de polvo de tiza
azul con una trazadora.
Extender
el cemento-cola para exterior.
Es el material idóneo para pegar las
lajas. Se extiende con la llana dentada y se pegan las lajas. Para establecer
una llaga entre ellas, se emplearon pequeñas piedras como calces.
Rejuntear
las piezas.
Una vez revestido todo el zócalo con las lajas (que en ocasiones, hay
que seccionar con escoplo y mazo), se rejuntean las llagas entre ellas con
mortero de cemento. Para ello se emplean el esparavel y la paleta.
Hacer
un vierteaguas.
Para rematar el zócalo, se señalizó la altura del vierteaguas con una
cuerda de albañil y se hizo utilizando como material mortero de cemento. Esta
parte del zócalo tiene forma de bisel, para evitar que el agua se acumule sobre
las lajas y genere moho de nuevo. Por último, se aplicó un producto invisible
de protección, que además es hidrófugo.