El cantautor argentino reapareció con un emotivo concierto el sábado 30 de junio en el Jockey Club del Perú, como parte de su gira ´60 x 60´ con la que recorre el mundo.
LA NOTICIA
A lo mejor Charly García ya no demuele hoteles con su voz ni baila
entre la gente como lo hacía en sus años maravillosos, pero sigue siendo
aquel que “cierra y que apaga la luz”. Así lo demostró (una vez más)
anoche en el Jockey Club, frente a cerca de 5 mil personas que vibraron
con sus obras cumbres, su mítico piano y, sobre todo, con su colosal
banda The Prostitutions que se encargó de encubrir algunas falencias de
voz y lo acompañó exquisitamente con sus ejecuciones.
Que existían dudas sobre el estado de salud de Charly luego del traspié
sufrido en Córdoba, Argentina, es cierto. Muchos dudaban si verían
siquiera a un García mantenerse en su sitio o tenían temor de que
colapsara en cualquier momento. Nada de eso ocurrió, pues no solamente
cantó hasta que su garganta dijo basta, sino que se paseó por el
escenario a su antojo y dominó a la masa como solo él lo sabe hacer.
Minutos antes de las 9 y 30 de la noche los asistentes vieron en la
pantalla del escenario un repaso visual de la discografía de Charly al
lado de los grupos Sui Generis, Serú Girán, La Máquina de Hacer Pájaros y
como solista. Luego, el escenario se pintó de verde para anunciar la
aparición del rockero y su séquito compuesta por 10 músicos de primera
línea. El objetivo era presentar el show “60×60”, un tributo a los 60
años de edad del legendario músico argentino. Todos vestidos con abrigos
color beige arrancaron el concierto con el contestatario tema “Cerca de
la revolución”.
Si bien se esperaba una asistencia mayoritaria de personas entre 40 y
50 años, sorprendió ver a gran cantidad de jóvenes en sus veintes años
que cantaron la contagiante “Funky”, la mítica “Rezo por vos” -en
memoria del Flaco Spinetta-, “Pasajera en trance” con su coreado final
beatlesco (“all you need is love”), y “Los Dinosaurios”, en la que el
trío de cuerdas de The Prostitutions llenó de melancolía la atmósfera
por “los amigos del barrio y los cantores de radio desaparecidos”.
Sorprendió a muchos escuchar los acordes de “Rap del Exilio”, pieza
fundamental del álbum “Piano Bar” que Charly presentó un lejano 1985 en
la hoy extinta Feria del Hogar. Luego de la provocadora “Instituciones”,
tema perteneciente a la cantera de Sui Generis, vino la pausa obligada
con la exhibición de un corto con escenas del filme “Un perro andaluz”,
en la cual durante tres minutos una misteriosa y dramática voz en off
acompañaba las imágenes con extractos de las letras más inspiradas de
García.
Tras el corto se escucharon los golpes de batería de Toño Silva que
abrieron la seductora “Yendo de la cama al living”, cuyo estribillo sonó
sublime gracias a la voz de Rosario Ortega (hija menor del también
mítico cantante “Palito” Ortega). Ante todos, la joven dio muestras de
su talento y superó el reto de sustituir a la histórica corista de
Charly, Hilda Lizarazu. “Demoliendo Hoteles” removió los cimientos del
Jockey Club y sirvió para que el “Negro” García López pusiera en
evidencia que su maestría con la guitarra se mantiene intacta y Fernando
Samalea se luciera con el bandoneón.
Junto con el esperado hit radial “Nos siguen pegando abajo”, vino el
himno rioplatense de manufactura Serú Girán “No llores por mí Argentina”
y la sentida “Eiti Leda” con su final jubiloso. Charly y su banda
ensayaron una primera y momentánea despedida para volver luego con “Rock
and Roll yo” y “Piano Bar”, para decir nuevamente “adiós” a un público
enfervorizado que se resistía a dejar marchar a su héroe de mil
batallas. Cinco, ocho, diez… doce minutos tuvieron que transcurrir
para que Charly y sus compinches reaparecieran sobre el escenario ante
la algarabía de la gente. La garganta de García terminó por quebrarse
con “Canción para mi muerte” de Sui Generis, mientras que el recinto era
un solo de emoción desbordante. La otra mitad del recordado dúo, Nito
Mestre, brillaba por su ausencia pero el público a voz en cuello pudo
sustituirlo y no dejó de cantarla.
No se puede negar que el paso de los años y los excesos le han pasado
factura al hombre del bigote decolorado. Pese a ello, a la salida del
Jockey se sentía una satisfacción en los rostros que seguían aún
contagiados por las letras y melodías del veterano ídolo. Como bien
dicen, a veces la genialidad no está en saber todo sino en saber
rodearse de los mejores para “robarle” lo mejor a cada uno. Y eso fue lo
que hizo Charly: dar lo mejor de sí hasta el último aliento y saber
aprovechar el talento de sus músicos para ofrecer un show memorable de
principio a fin. Total, es parte de su religión dejar huella en cada una
de sus presentaciones.
FUENTE: TERRA PERU