MUERE LA DAMA DE HIERRO

Marta Campos - Redactora

Dama de hierro

Dama de hierro

La ex primera ministra británica Margaret Thatcher ha
fallecido este lunes tras sufrir un derrame cerebral, según ha
anunciado su portavoz, Lord Bell. «Con gran tristeza, Mark y Carol
Thatcher han anunciado que su madre, la Baronesa Thatcher, ha fallecido
pacíficamente esta mañana tras un infarto cerebral». La baronesa
Thatcher fue primera ministra británica de forma continuada entre 1979 y
1990, el mandato más largo desde 1827. Era la primera mujer en ocupar
por derecho propio el 10 de Downing Street, e hizo así historia al
convertirse en la primera jefa de gobierno de una potencia occidental.

François Miterrand dijo de ella que tenía «los ojos de Calígula y la
boca de Marilyn Monroe». Y nunca le incomodó el apodo por el que se
convirtió en uno de los «hombres de Estado» más determinantes del siglo
XX, la Dama de Hierro, acuñado por una prensa soviética maravillada ante
el tesón ideológico de su rival en Londres.

Su salud, sin embargo, comenzó a
fallarle hace una década, cuando comenzó a sufrir pequeños infartos
cerebrales en 2002, que le obligaron a apartarse de la vida pública. En
2008 su hija Carol desveló que la anciana octogenaria padecía demencia. Tenía diagnosticado alzhéimer. Vivía
recluida en su mansión en Belgravia, en un estado de apartamiento que
agravó el fallecimiento de su esposo Denis en 2003, tras 50 años juntos.

El pasado 20 de diciembre Lady Thatcher era ingresada para ser sometida a una leve operación de vejiga,
y pasó allí las Navidades en compañía de su círculo más íntimo. No
sería dada de alta hasta nueve días después, momento en el que habría
optado por instalarse durante la convalencencia en el hotel Ritz de
Londres, invitada por los propietarios del célebre establecimiento, los
hermanos David y Frederick Barclay, dos de los hombres más ricos de
Gran Bretaña e históricos admiradores de la Dama de Hierro.

Cameron cancela su rueda de prensa en Moncloa

Nada más conocer la noticia, el primer ministro británico,
David Cameron, de visita este lunes en Madrid, ha lamentado en su cuenta
de Twitter
el fallecimiento de Thatcher: «He conocido con gran pesar la muerte de
Lady Thatcher, hemos perdido a una gran líder, una gran primera ministra
y una gran británica». El «premier» ha cancelado la rueda de prensa que tenía previsto ofrecer desde la Moncloa tras su reunión con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, encuentro que sí ha tenido lugar.

Downing Street ha informado de que la baronesa Thatcher, siguiendo sus deseos, tendrá un funeral «ceremonial» con honores militares, en una fecha por confirmar.
Protocolariamente no se trata de un funeral de Estado, pero será
similar al que recibieron la princesa Diana de Gales en 1999 y la Reina
Madre en 2002. «Lady Thatcher no solo lideró nuestro país sino que salvó
a nuestro país», ha afirmado el «premier» en un segundo mensaje en la
red social.

Cameron ha cancelado la mini-gira europea que debía
llevarle esta semana a París y Berlín. La bandera británica ondea a
media asta en Downing Street. Por su parte, la reina de Inglaterra, Isabel II,
también se ha mostrado «triste tras conocer la muerte de la Baronesa
Thatcher». El fallecimiento de un dirigente tan determinante
históricamente como polarizador socialmente ha movilizado las reacciones de la clase política británica.

Ha sido el viceprimer ministro, el liberal Nick Clegg,
quien ha puesto palabras a la mezcla de respeto reverencial y
animadversión ideológica que despertaba la dirigente «tory» en la
sociedad británica: «Sea cual sea el lado del debate político en el que
se ubica cada uno, nadie puede negar que, como primera ministra, dejó
una huella única y duradera en el país al que sirvió». Clegg considera a
Thatcher como «una de las personalidades definitorias de la política
británica moderna».

Los conservadores cierran filas

Los conservadores han cerrado filas en torno a una figura
que ejercía, todavía hoy, de regazo ideológico en el que las diversas
fracciones «tories» buscaban refugio. El alcalde de Londres, Boris
Johnson, visto por muchos como un posible candidato a primer ministro en
el futuro, ha expresado que «su recuerdo seguirá presente mucho después
de que el mundo haya olvidado los trajes grises de la política actual».

Nick Robinson, editor político de la BBC, se hace eco de
una reflexión similar: «En una era en la que demasiado a menudo los
políticos son recibidos con indiferencia, es fácil olvidar que hubo un
tiempo en el que Gran Bretaña estaba dirigida por una mujer que
inspiraba pasiones, amor y odio a la vez». Por su parte, el ministro
conservador de Trabajo, Ian Duncan Smith –objeto de una fuerte polémica estos días por los recortes sociales del gobierno– ha explicado que Thatcher fue «la razón por la que entré en política». «Dominaba el mundo político como un coloso», ha dicho de ella.

Nacida el 13 de
octubre de 1925 en Grantham (centro este de Inglaterra) –seis meses
antes que la Reina Isabel II–, Lady Thatcher procedía de una familia de modestos recursos.
De su padre, militante conservador, tendero y pastor metodista,
aprendió la ética del esfuerzo individual y la ideología del pequeño
propietario. De su condición de mujer, Thatcher llevó consigo Downing
Street, tras su elección en 1979, la visión doméstica de la economía.

Thatcher fue la candidata a diputada
más joven en 1950, con solo 23 años, cuando no solo Westminster sino la
sociedad británica en general era un mundo de hombres. Fue derrotada. Y
derrotada de nuevo un año más tarde. Pero sus ambiciones no hicieron más
que salir reforzadas. Ganó los comicios en 1979, heredando un país
paralizado por las huelgas sindicales y en medio de una profunda
recesión tras varios gobiernos laboristas. Su llegada al poder supuso el inicio de una revolución total en el tejido económico y social británico, a la vez que devolvió el orgullo de pertenencia a una debilitada nación de naciones británica.

Dispuesta
primero a negociar una solución diplomática con Argentina, según
revelaron en diciembre unos documentos desclasificados, mandó en 1982 a
la Marina y a los paracaidistas británicos a tomar las Malvinas por la
fuerza, a pesar de la oposición de varios miembros de su gabinete. La
victoria militar sobre la dictadura argentina insufló un poco de orgullo
nacional perdido en las islas británicas. En 1984, sobrevivió a un atentado con bomba en el hotel en el que se alojaba del IRA,
su otro gran rival armado, con quien desplegó la misma determinación de
doblegar por la política o las armas a los terroristas.

Ed Miliband: «Movió el centro político»

Pero es en el ámbito socio-económico
donde su legado es, sin duda, más palpable en una Gran Bretaña de la
austeridad que, más de 20 años después de la retirada de la política de
esta conservadora de hierro, sigue debatiendo de manera existencial
sobre los recortes en sus servicios públicos. Thatcher puso en marcha la
explosión liberalizadora del sector financiero que convirtió a Londres
en una de las grandes plazas globales para la banca y la gestión de
capitales. No paró hasta jibarizar el peso del Estado en la economía, que equivalía al 20% del PIB tras
varios años de gobiernos socialdemócratas. Lanzó una oleada de
privatizaciones sin precedentes para desarbolar las industrias estatales
y reformar los servicios públicos.

Sus defensores le asignan la
paternidad del modelo neoliberal imperante. Sus críticos le acusaron de
obligar a varios municipios a restringir el agua y pedir a sus
habitantes que se ducharan menos tras la privatización del suministro. Y
aguantó, y ganó, un largo pulso con los sindicatos de trabajadores,
opuestos encarnizadamente a sus reformas. Les despojó de su poder
político y económico, desbarató su capacidad de movilización social y
los relegó a la indefensión ante la ola ideológica conservadora con la
que Thatcher sometió al país a una terapia de shock.

Como resultado, dicen sus
admiradores, los británicos pasaron de ser una sociedad enclenque y poco
dinámica a beneficiarse de impuestos más bajos y del mayor acceso al
crédito y a la vivienda que trajo el «capitalismo popular» de la era
Thatcher.

Así lo reconoce, desde sus antípodas
ideológicas, el líder laborista, Ed Miliband: «Transformó la política
para toda una generación, movió el centro de la política británica y fue
una figura enorme a nivel mundial», aseguraba este lunes el líder de la
oposición. «El Partido Laborista discrepaba de gran parte de lo que
hizo y será siempre una figura controvertida, pero podemos discrepar y
al mismo tiempo respetar sus logros políticos y su fuerza personal»,
dice Miliband. «David Cameron, Nick Clegg y yo crecimos con las políticas de Lady Thatcher, tomamos caminos diferentes pero con ella como figura crucial de una era». 

FUENTE: ABC.ES

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