Cuando mencionamos a la leche condensada, podemos definir que es básicamente, leche de vaca a la cual se le ha extraído agua
y agregado azúcar. Este producto es empleado en diversos postres pues su sabor
y textura le hace un exquisito manjar solo o en combinación con otros productos.
Las recetas con leche condensada
son infaltables en la cocina a la hora de pensar en como preparar postres deliciosos.
La
leche se somete a un proceso de presión durante el cual, el agua contenida se
va eliminando, lo que transforma a la leche resultante en un producto más espeso
y concentrado. La preparación de la leche condensada culmina cuando se le
agrega azúcar entre un 30% a un 50% ya
sea leche entera o leche descremada.
La
leche también es sometida a un tratamiento térmico, que garantiza la
estabilidad del alimento a una temperatura ambiente, mientras el envase esté
cerrado. La leche condensada azucarada, a diferencia de la que no lo es, no se
somete a esterilización posterior. La alta concentración de azúcar impide el
desarrollo de los gérmenes que queden en la leche después del precalentamiento.
Cuando se calienta la leche condensada en baño María, esta se carameliza
y forma un dulce de leche o manjar blanco.
El
uso de la leche condensada sirve principalmente para la preparación de postres. Muchos
postres contienen leche condensada, entre los más conocidos podemos
mencionar: arroz con leche, crema volteada y tres leches.
Otros
postres
con leche condensada que se pueden preparar son: el mouse de leche condensada,
las trufas de vainilla, las tortas de chocolate, flan de plátano, budín de
coco, frutas rojas con helado, cupcakes relleno con leche condensada, y en
general bizcochos, galletas, donas y frutas a los que se le puede agregar ese delicioso
producto.
Según se conoce, fue el científico francés Nicolás Appert quien realizó un experimento
en el año 1822, donde procedió a evaporar el agua de la leche en baño maría y posteriormente, en el año 1829, perfeccionó este proceso haciendo el experimento al vacío.
Años más tarde, en 1835, fue el inglés William Newton quién consiguió preservar la leche mediante un proceso donde la calentaba a una menor temperatura que la requerida
por la esterilización y agregándole azúcar, que hacía la función de
conservante.
Finalmente
fue el inventor estadounidense Gail Borden quien patentó la leche condensada en
1856, fundando la New York Condensed Milk Company al año siguiente. Después de
varios intentos, acabó encontrando el método definitivo inspirándose en una
cápsula de evaporación que había visto utilizar a los Shakers (un grupo
religioso que vivió en los Estados Unidos a comienzos del siglo XIX) para
condensar zumo. Al aplicar dicha técnica a la leche se le pudo reducir sin quemarla ni llegar a cuajarla, como le
había sucedido anteriormente en otros experimentos que no tuvieron éxito.