Una de las hipótesis más revolucionarias sobre la inteligencia, es aquella que sugiere que no se trata de un solo tipo sino de varios de ellos, que de acuerdo a los entornos ambientales, sociales, profesionales y familiares, se desarrollan en medidas diferentes. Esto contradice enormemente lo que conocemos sobre el tema, pues mantenemos en mente la definición en el diccionario que aprendimos durante nuestra niñez que dice que se trata de nuestra capacidad para resolver los problemas.
Todos estamos familiarizados con aquel test que mide nuestro coeficiente intelectual basado en los resultados de una serie de exámenes en donde el individuo evaluado tiene que resolver basándose en su capacidad intelectual en lógica y matemáticas. Esto es de hecho algo adecuado pero no determina la capacidad total del individuo puesto que según la teoría de las inteligencias múltiples, la lógica-matemática es tan solo una de las 7 documentadas.
Como hemos visto en el Curso de Inteligencia Emocional y Autoestima si entendemos que la prueba del coeficiente intelectual solamente evalúa al menos una séptima parte de la capacidad total del individuo, no puede considerarse como un test fiable que intente decirle a la sociedad cual es la probabilidad de éxito de los jóvenes. De hecho, sin que se tome en cuenta las inteligencias múltiples, la sociedad ya había tomado una forma que da cabida a todas ellas y desde tiempos antiguos.
Se sabe que la lógica ha dado como resultado los avances en matemáticas desde que el hombre inventó los números. La arquitectura que hoy conocemos y todos aquellos elementos antiguos que aún permanecen, son resultado de la inteligencia espacial. La gran cultura de música clásica que tiene cientos de años presente, ha sido gracias a la inteligencia musical, la inteligencia cinestésica nos ha dado el deporte y las actividades afines de miles de años de tradición como los juegos olímpicos.
La inteligencia lingüística nos ha permitido crear ese contexto de oratoria en tantos elementos sociales y ha dado pie a la literatura, que es una de las formas de cultura más resaltantes de la humanidad y las inteligencias interpersonal, intrapersonal y naturalista circundan nuestra vieja filosofía de la búsqueda del yo, de nuestra capacidad de funcionar como sociedad y de nuestro innegable vínculo con el mundo en el que vivimos.