La belleza es una experiencia sensorial y espiritual
El concepto de belleza ha sido utilizado hasta más no poder en la sociedad moderna. No solo lo emplean compañías de productos cosméticos, también de alimentos, de ejercicio y pare de contar. Todo el mundo persigue la idea de belleza, de ser bello, y dedican horas y litros de maquillaje a ese proceso de embellecimiento. Sin embargo, lo cierto es que la belleza es un concepto mucho más abstracto y nutrido, que no se limita a lo que se viste o a la marca de maquillaje empleada.
En todas partes, en todo momento
El afamado pintor Vincent Van Gohg dijo: “Si realmente amas la naturaleza, encontrarás la belleza en todas partes”. En efecto, la belleza está ligada a una experiencia sensorial placentera o satisfactoria. Sin embargo, dado que la belleza es algo subjetivo, esta definición puede ampliarse. En este sentido, se puede decir que es voluntad de cada uno definir qué es bello.
Esto deviene en que la belleza se pueda asumir como actitud vital y no solo sensorial: cada cosa que se observe con suficiente detenimiento podrá adquirir cualidades de belleza. En este sentido, es preciso evocar la película American Beauty, en la que uno de los personajes describe como “la cosa más bella que jamás he visto” a una bolsa de papel siendo agitada por el aire.
Más allá de los sentidos
De acuerdo a una visión limitada de la belleza, ésta es solo perceptible por la vista o la audición. Pero lo cierto es que se puede experimentar belleza en un sentido más abstracto: en los entornos y en las personas. El conjunto de cualidades y personalidad en un individuo puede resultar bello, independientemente de su físico. De igual forma, un hecho común, como la sonrisa de un niño o el trinar de los pájaros, pueden constituir hechos repletos de belleza. Ésta nos rodea, nos imbuye en un mundo inimaginablemente hermoso. Solo tenemos que estar dispuestos a sentirla.