…Y EN INVIERNO, TUS PLANTAS TAN BIEN

Marta Campos - Redactora

...y en invierno, tus plantas tan bien

Estamos seguros de que ni el frío, ni el
viento ni las heladas podrán con ellas, especialmente si pones en práctica
alguno de estos trucos.

...y en invierno, tus plantas tan bien


CONTRA LA PARED

Y cubiertas con plástico

Si dispones de una pared
libre, agrupa los recipientes junto a ella. Forma dos o tres filas, colocando
las plantas más grandes pegadas a la pared. Instala dos tutores altos en los
recipientes de los extremos y cúbrelos todos con un plástico transparente.
También puedes utilizar dos sillas para formar la estructura de sujeción del
plástico. En medio de las dos sillas agrupa los tiestos y pon los ejemplares
más altos en el centro, con un tutor alto. Finalmente, cubre todo el conjunto
con el plástico protector.
 

...y en invierno, tus plantas tan bien

PIEDRAS EN EL
SUSTRATO

Un seguro
contra el viento

El viento, además de
producir graves desecaciones, si se levanta con fuerza es capaz de tirar las
macetas de la terraza o el alféizar. Para evitarlo, coloca dos o tres piedras
de tamaño considerable sobre el sustrato del recipiente susceptible de caer.
Además, si introduces el tiesto en otro que tenga la base más ancha que el
cuello, conseguirás el mismo propósito, ya que será difícil que se balancee. Y
recuerda que los centros de jardinería venden jardineras múltiples de hierro
forjado donde tus plantas estarán bien asentadas.

...y en invierno, tus plantas tan bien

 TIENDA DE
CAMPAÑA

A base de
cristal y tela

Cuando lo normal en una
determinada zona es que la temperatura sea suave incluso en invierno, y sin
embargo irrumpe una jornada heladora, ¡qué bien viene tener a mano una campana
para que las plantas no pasen frío ni un sólo día! Como ese tiempo no es
habitual, no hace falta que la compres. La puedes hacer tú mismo con cuatro
planchas de plástico o cristal, como si fuera una tienda de campaña. Si es preciso
un refuerzo, cubre con tela de saco o lona. Si prefieres papel de periódico,
dispón unas cuantas hojas sobre una o dos plantas, apoyándolas sobre palos.
Añade peso colocando piedras sobre los extremos de la cubierta.

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