Cómo se dobla una chapa sin fuerza:
Las chapas de metal no son muy rígidas y
pueden doblarse, pero esto no resulta tan fácil: si no se hace bien, se pueden
deformar de manera irreversible. Si quieres doblar una chapa (por ejemplo, para
forrar una encimera o un panel de cocina), apúntate este truco: sujétala bien
en una mesa con la ayuda de dos sargentos y tacos mártires, colocando la línea
del doblez justo en el canto de la encimera. Coloca una madera a lo largo de la
parte que sobresale, sujeta con dos sargentos a los lados, y tira de éstos
hacia abajo. La chapa se doblará justo por donde tú quieres y no tendrás que
ejercer demasiada fuerza.
Eliminar la corrosión de la superficie:
Si tu intención es erradicar la acción del
óxido e intentar dejar la pieza nueva en la medida de lo posible, tienes varias
opciones. La primera es la mecánica: pasar por la superficie del objeto un
taladro con accesorio de cerdas metálicas para eliminar la corrosión hasta el
fondo.
Otra solución pasa por sumergir la pieza en
petróleo o gasolina durante unos días y luego frotarla bien con un cepillo de
cerdas de metal. Los objetos de bronce, latón y cobre se recuperan bastante
bien empleando un producto desoxidante específico (por ejemplo, el de la firma
Bricolakeone).
Herrajes
relucientes
Los muebles antiguos solían ir provistos de hermosos herrajes y
tiradores de metal dorado, casi siempre de latón o (menos frecuentemente), de
bronce. Al acometer una restauración, la
limpieza de estos accesorios es
complicada, porque son muy pequeños y están adornados casi siempre con
complicadas filigranas. Para facilitar la tarea, retíralos con un
destornillador y sumérgelos en una mezcla al 50 por ciento de amoniaco y agua;
verás qué rápido se limpian solos. Cuando estén limpios, sácalos
inmediatamente, lávalos con agua y sécalos a fondo. Termina el proceso
aplicando sobre ellos una mano de laca Zapón (barniz especial para metales).